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notas

La violencia instaurada por los Medios de Comunicación

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El Juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eugenio Raúl Zaffaroni, inauguró en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, la Maestría en Comunicación y Criminología. En ese marco, brindó una clase magistral para alumnos, graduados, profesores y público en general, sobre Criminología y Poder. El jurista estuvo acompañado por la Decana de esa Casa de Altos Estudios, Florencia Saintout, y por Azucena Racosta, Secretaria Académica de la Maestría.


por Eugenio Zaffaroni – Ministro de la Corte Suprema de Justicia

En la actualidad, estamos moviendo las piedras fundamentales en algo que es vital para la Comunicación pero creo que más aún para la Criminología. El Aparato Jurídico de cualquier país se integra con tres patas: las Leyes, la Doctrina y un Aparato Judicial. Esas tres patas se montan en determinados momentos de la historia para una sociedad que tiene una cierta distribución de la renta. El segmento hegemónico que se queda con la mayor parte de la renta es el encargado de juntar el Aparato, y en el momento en que se trata de distribuir la riqueza, empieza a sostener que el Aparato es neutro y entra entonces en conflicto con las nuevas tentativas de redistribución. Esto puede verse en la historia de Estados Unidos, con la crisis de Roosevelt en los años ´30, o en la Argentina de 1946. Son los accidentes que sufre ese Aparato.
Todo discurso político de poder, todo discurso punitivo estuvo siempre acompañado de alguna explicación que constituye lo que actualmente conocemos como Criminología. Los que se encargaron de darla no fueron los mismos a lo largo de la historia, por eso es difícil hablar de una Criminología, hoy se prefiere hablar de las “Crimonologías.” En este sentido, los primitivos Criminólogos fueron los Inquisidores, porque fueron los primeros que se ocuparon de la etiología de mal, de la forma de manifestarse el mal, de sus signos y las formas de combatirlo. Es decir, lo que hoy llamamos Procesal Penal, Penal, Penología y Criminalística. Todo eso lo hacían en unos hermosos libritos de la época donde se dedicaban alegremente a fritar mujeres por toda Europa. El poder punitivo resurge en el mundo contra las mujeres, aunque las feministas a veces no lo recuerden.
Ahora bien, ¿qué es el poder punitivo? No es el poder que hay en toda la sociedad. Hay algunas formas de coacción que son comunes a cualquier la sociedad, incluso pre-estatal. Es la coacción que frente a cualquier conflicto obliga a la reparación, obliga a la restitución, más o menos lo que hoy sería la Coacción Civil del Derecho Privado. Hay otra coacción que también existe en toda sociedad que es lo que se hace para detener un proceso lesivo que está en curso. Hoy se llama Coerción Directa, antes se llamaba Poder de Policía. Son dos modelos de coerción universales. El poder punitivo no es ninguna de estas dos formas, sino que es lo que justamente escapa a éstas dos. Es cuando el Señor, el Soberano, el Príncipe, la República, en un momento dice la “víctima soy yo”, “el damnificado soy yo” y el damnificado desaparece, a partir de ese momento deja de ser persona y comienza a ser un dato. Es decir, una de las dos partes del conflicto, el lesionado, desaparece y su lugar lo usurpa el Señor, el Príncipe, la República. Las otras formas de poder existieron siempre, ésta aparece en la historia porque toda sociedad tiene una tendencia en algún momento a hacerla surgir con una función política, con una función de poder. No es un modelo de solución del conflicto, porque la parte lesionada del conflicto se quedó fuera, no lo resuelve. Se trata por el contrario, de un acto de poder vertical que cumple la función política de jerarquizar la sociedad, de darle una forma piramidal, de Ejército, bien estratificada. Muchas veces tiene éxito, otras se frustra por razones históricas coyunturales.
Existe una forma de ejercicio del poder punitivo que nos marcó de cerca: la europea. En Europa se verticalizó la sociedad romana y un buen día entró en crisis porque esa estructura que jerarquiza, verticaliza y da poder, que configura la sociedad en forma de pirámide, la solidifica tanto que cuando varía el ambiente le saca flexibilidad para adaptarse a las nuevas condiciones. Así cae el Imperio Romano, pero antes colonizó casi a toda Europa debido a esa estructura vertical, porque cuando una sociedad se establece así coloniza a la de al lado. Pasaron entonces unos cuantos años en que el poder punitivo había desaparecido. Sin embargo, con la decadencia del Feudalismo, el Príncipe de nuevo descubre que es un buen negocio enunciar “la víctima soy yo” y comienza otra vez a verticalizarse la sociedad europea y nos colonizan. Y sucede lo mismo que con el Imperio Romano: las potencias marítimas peninsulares ibéricas que nos colonizan, se inmovilizan tanto en su estructura que con los cambios que impone la Revolución Industrial en el siglo XVIII, no pueden adaptarse y caen. Entonces, la hegemonía europea pasa de las potencias marítimas al Centro y Norte de Europa. A lo largo de todo este proceso, el poder punitivo fue racionalizado: primero, por los demonólogos en la época de la Inquisición. Después de la Revolución Industrial, con la lucha de clases entre la burguesía que surgía, la nobleza y el clero. Esa burguesía que estaba asumiendo debía contener el poder de la clase hegemónica, y, entonces, durante el denominado Iluminismo convoca a Filósofos y Juristas que crean toda una terminología de reducción y contención del poder punitivo. Cuando la clase burguesa llega a la hegemonía, de nuevo surge toda una Criminología que dice “nosotros tenemos la hegemonía porque somos los mejores porque somos biológicamente superiores.” En esta historia entramos nosotros porque esta Criminología de los biológicamente superiores llega en los últimos años del siglo XIX a la Argentina cuando prácticamente toda América Latina habiendo salido de sus Guerras fratricidas después de la Independencia, y se organizaba como Repúblicas oligárquicas que habían malcopiado la Constitución de los Estados Unidos, pero cuya realidad era cuasi feudal. Era una realidad latifundista, en que las oligarquías regían las Repúblicas con total ausencia del protagonismo del Pueblo. La ideología que legitima el colonialismo es una ideología racista, spenceriana en aquel momento, la ideología oficial del Imperialismo británico. Tanto Gran Bretaña como Europa que tenían superioridad racial, como las minorías oligárquicas nuestras que eran avanzadas de la civilización y ya se estaban pareciendo al colonizador, tenían que tutelarnos al resto que seríamos los inferiores, hasta que aprendiéramos a ser igual a los otros. Todo esto está lleno de ridiculeces insólitas… Sin embargo, en 1910, 1915, 1920, en las Cátedras de nuestras Universidades se enseñaban estas cosas.

Esa Europa neocolonialista que practicaba genocidios incalificables -el genocidio del Congo de los Belgas, los genocidios en Sudáfrica de los alemanes, etc.-, todas esas masacres que se hicieron en aquel momento se legitimaban justamente en nombre de la civilización, se legitimaban en la razón de que los otros tenían la cabeza más chica, eran inferiores en términos biológicos. Es la Europa donde empiezan a concentrarse las poblaciones en las ciudades por el proceso de industrialización. La acumulación original de capital se centraliza en la ciudad que es un espacio chico donde se potencian todos los conflictos por la concentración de riqueza y de miseria. ¿Cómo se controla esto? Adoptando el mismo método con que se colonizaba. Una colonia es un gran campo de concentración, no es otra cosa. El cartel en la puerta de Auschwitz, “El trabajo libera”, se puede poner en cualquier colonia: trabajen, que así les va a crecer la cabeza, se van a liberar y van a ser igual que nosotros. Colonizar es ocupar policialmente el territorio, por eso no hay guerras coloniales sólo hay guerras de Independencia, las ocupaciones son policiales.
Cuando se concentran los marginados en las grandes ciudades y generan los conflictos sociales, se trae la técnica de la colonia y aparece una institución nueva: la Policía, que tiene aproximadamente 200 años como la pena privativa de la libertad, como la cárcel. Esta nueva institución va cobrando poder pero, ¿por qué se la trae y cómo se la teoriza? Acá entran los Criminólogos en el sentido más moderno, porque empiezan a observar que los marginados que se concentraban alrededor de los centros ciudadanos se parecían a los colonizados, eran biológicamente inferiores: en la parte más noble del tejido humano, de vez en cuando por algún accidente biológico nacía alguna célula que tenía las características de las células inferiores, es decir, negroide, africanoide, mongoloide. Allí comienzan a describir a los delincuentes como parecidos a los salvajes: no tienen moral, andan desnudos, no tienen sentido de la propiedad, tienen hipo sensibilidad al dolor, etc. Son delincuentes natos justamente porque tienen deformidades ya que la ontogenia resulta filogenia, entonces, en el seno materno donde se desarrolla todo el curso de la vida humana del planeta y culmina el curso filogenético algo falla y se quedan como los colonizados. Es una cosa regresiva, atávica pero es así. ¿Cómo se los controla? De la misma manera que se controla a los colonizados. Entonces, fabrican la Policía primero en Francia y más tardíamente en Inglaterra.
Esta institución va cobrando poder pero no posee discurso y poder sin discurso no va. Entonces, existía una Corporación que tenía discurso pero no tenía poder y desde hacía rato tenía ganas de conquistarlo: los médicos. Empieza aquí la época de los Criminólogos médicos, los médicos forenses, los Institutos de Criminología, los diagnósticos, la Clínica criminológica, la diversificación de los delincuentes con los médicos legistas. Se fundan nuestras Criminologías nacionales: José Ingenieros en Argentina, en Brasil, Raimundo Nina Rodríguez. Este es el último momento en que el discurso académico criminológico coincide con la ideología de nuestras elites, a partir de allí se empiezan a producir confusiones diferentes. Llega un momento en que todo este racismo que da lugar al llamado peligrosismo, en definitiva, una ideología resultante de una alianza médico policial, entra en crisis. La ideología positivista decae en el mundo, pierde base científica y filosófica.
Llega la segunda Guerra Mundial y todo el mundo intenta tomar distancia de lo que había pasado. Primer Congreso de Criminología, París, 1950: la Criminología se queda sin base biologista y empieza a disolverse en discurso, no sabe para dónde apuntar. Y llegamos a la década de 1960. Del otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, hay algunos Sociólogos que empiezan a señalarnos que no nos hemos ocupado de las causas del delito, que no nos hemos ocupado del Aparato punitivo. Entonces, introducen un análisis del funcionamiento del Sistema Penal en base a una metodología interaccionista, fenomenológica que logra deslegitimar el discurso de base dogmática penal. Empiezan a observar la forma de selección de la criminalización primaria y de las Agencias de criminalización secundaria -Policía, Judicial, Penitenciaria- y dan cuenta de que seleccionan en función de estereotipos. Los estereotipos son los que crea la Comunicación en función de los prejuicios más negativos que tiene una sociedad. Entonces, se selecciona por estereotipo, esto es, se selecciona en principio, conforme a vulnerabilidad y la vulnerabilidad se condiciona de varios modos pero dentro de una determinada capa social que tiene mayor vulnerabilidad. Es decir, el estereotipo es lo que lleva un sujeto con cara de, que habla como, se viste como, se peina como y, además, roba. Pero roba con un uniforme de ladrón, ese es el problema, va vestido de ladrón. Todos conocemos lo que son los estereotipos: estamos parados en la esquina esperando el colectivo, viene un pibe de gorrita, son las dos de la mañana, nos ponemos en posición de alerta, primer movimiento y sacamos un mango. Si el pibe viene y saca una flor, pensamos a éste qué le pasa… si está el pibe de gorrita y va cruzando una señora con un bastoncito, decimos: le va a robar la cartera. Esto de los estereotipos funciona siempre, es un efecto interactivo. Hay roles positivos y negativos que se reparten en una sociedad. Un rol negativo es el del delincuente. Pero cuidado, que el estereotipo no es una cosa externa porque socialmente demandamos roles y si no se responde al rol nos enojamos, entonces, el sujeto va ir proyectando y respondiendo a la demanda del rol.

La prisión es una máquina que tiene una jerarquía, una organización interna, se integra a un grupo y dentro del grupo conforme a la especialidad, y también tiene demandas de rol a las que tiene que responder conforme a las pautas de cada grupo. Es una máquina que por más que la mejoremos -y hay que trabajar en los niveles de estigmatización-, lo cierto es que en gran medida es condicionante y fijadora de roles, no le podemos eliminar esa característica estructural del todo. Tenemos que hacer el mayor esfuerzo para bajarla, pero hacerla desparece totalmente es casi imposible. Ahí uno de los riesgos de acusar de la cárcel, es decir, el riesgo enorme que existe es la función reproductiva por efecto de fijación del rol… En definitiva, si la población carcelaria, sacando un 20 porciento más o menos de psicópatas que hay, el resto que son delitos contra la propiedad o delitos de subsistencia, etc., si todos esos los soltamos a la calle sin que nadie se entere, en la sociedad no pasa nada. No pasa nada, sin embargo, seguiríamos siendo victimizados mediáticamente como ahora. Noto que es un número relativamente chico en una población de 40 millones. Sin embargo, lo tenemos ahí. Pero, ¿qué poder es ese? El poder de tener en prisión unos 70, 80, 100 mil, 120 mil ladrones, ¿eso es poder? Que pertenecen a los segmentos más carenciados de la sociedad, ¿eso es poder? No, ese no es el poder punitivo, esa no es la verdadera dimensión política del poder punitivo y esto lo aclaró perfectamente Michel Foucault. La dimensión política del poder punitivo no está en la faz represiva de criminalizar a estos vulnerables, está en su faz configuradora o positiva. Está en la vigilancia que se ejerce con tal pretexto sobre todos los que estamos sueltos. Esa es la dimensión política del poder punitivo. Eso es lo que tiene importancia política, esa es la configuración cotidiana, propositiva. El poder de vigilancia es el poder cuya capacidad tecnológica hoy se ha potenciado hasta límites que son absolutamente inconcebibles. Riámonos de la KGB, de la Gestapo, eran un Jardín de Infantes comparados con el control que existe en este momento. Sin embargo, si miramos al mundo, la prisionalización aumenta en casi todos lados, se incrementa notoriamente. ¿Por qué? Porque esto no es realmente el verdadero ejercicio del poder. Y aquí es donde la Comunicación cumple un papel fundamental. Hay un discurso jurídico y hay un discurso académico de la Criminología pero además, hay una Criminología mediática. El discurso de la Academia es uno pero el discurso de los Medios es otro y la gente vive conforme a la construcción de realidad que le imprimen los Medios. ¿Y cómo funciona hoy en el mundo esa Criminología mediática? Cada país le agrega algún dato folklórico pero estamos demasiado globalizados. Efectivamente, hay un fenómeno muy grave que pone en riesgo vidas humanas por un lado y que pone en riesgo al Estado por el otro.
El país hegemónico hoy en cuanto a Comunicación es Estados Unidos. Estados Unidos era un país más o menos normal hasta hace unos treinta y tantos años en cuanto a su Sistema Penal. Había desarrollado técnicas interesantes en medidas de temas no privativos de la Libertad, en la forma de controlar después de la Libertad condicional. Su índice de prisionalización desde 150 años antes no había variado mucho y, de repente, a fines de los ´70 y principios de los ´80 se dispara. Hasta entonces la campeona de la prisionalización siempre había sido Rusia porque Siberia les salía barato. Estados Unidos pasó a Rusia, siguió de largo, 2 millones y medio de presos, obviamente, que implica una inversión muy grande, se calcula algo así como 200 millones de dólares por año, supera el peor momento de nuestra Deuda Externa, eso se gasta por año en mantener el Sistema Penal. Además, para tener tantos presos se necesita demanda de servicios con lo cual esto se convierte en una clave para regular el empleo- desempleo. Curiosamente, por primera vez en su historia a partir del año 1989 más del 50 % de su población penal es afroamericana, de cada tres hombres negros entre 20 y 30 años, uno está preso, supongo que el resto serán latinos, no tengo el dato, es una hipótesis nomás. Pero, ¿cómo se produce este fenómeno? Estados Unidos por los años ´30 estableció un Modelo de Estado de Bienestar planeado sobre una economía keinessiana, que trataba de incorporar a la población marginada de la ciudadanía real en tiempos de crisis. Ese modelo es Roosevelt, que es como Perón en Argentina. Se mantuvo hasta la llegada del Modelo Reagan/ Bush, que dicen “acá no se incorpora más a nadie, el que se quedó afuera se queda afuera y lo vamos a controlar a garrotazos.” El ciudadano medio del Modelo Roosevelt era el ciudadano trabajador. El del modelo Reagan Bush es el ciudadano víctima. Empiezan a fabricar la víctima héroe que no es cualquier víctima sino una víctima que se selecciona y se la muestra por el lado del Ministerio Público. La víctima debe estar en condiciones de causar cierta empatía, ser histriónica, medio histérica. Se le hace decir todo aquello que el comunicador social no se anima a decir, hasta que la víctima, como se le interrumpe el proceso de la elaboración del duelo, se le sigue acumulando culpa irracional que trata de extrovertirla, llega un momento en que las barbaridades que dice se hacen intolerables, entonces, ya no es mostrable, la tiran y buscan otra. El daño psíquico que le hacen a la víctima interrumpiéndole el proceso de elaboración del duelo es incalificable, un proceso de extrema crueldad. Van creando esto y ese discurso se traduce en un punitivismo a través del reclamo de leyes penales cada vez más duras, de mayores penas, mayores atribuciones a la Policía, las Policías se van autonomizando cada vez más. La autonomización policial, significa que hay ámbitos de recaudación autónoma por un lado y ámbitos de ejercicio del poder independientes de la autoridad política, por el otro. Empiezan a dar golpes de Estado las Policías en África y en América Latina. A medida que una Policía se autonomiza se vuelve más ineficaz para la prevención real del delito. Por otro lado, esta exigencia de leyes cada vez más represivas va destruyendo los límites al poder punitivo que tiene que tener el Estado de Derecho. La propaganda de esta empresa la hacen los Medios y, fundamentalmente, la Televisión a través de la demostración de una realidad. Muestra siempre un pedazo de cine continuado que no se maneja con racionalidad ideológica. Los autoritarismos de entreguerras –fascismo, stalinismo, nazismo- eran perversos pero eran creativos como el Demonio, tenían palabras militares, bandera, música, marchas, uniformes… Estos no tienen nada, no tienen discurso, son pura publicidad que impacta en lo emocional. Y es muy difícil destruir el impacto emocional porque normalmente cuando uno llega a la casa cansado y encuentra el zapping en la televisión no tiene ganas de pensar un discurso. No se necesita mentir, inventar, a veces se inventa, se miente pero no es necesario mentir. Depende de cómo se muestre, qué se muestre, hasta qué punto se explote la morbosidad y la frecuencia, los minutos de televisión que se le dediquen. En este punto, son absolutamente inofensivos los Canales especializados y las publicaciones especializadas, esas existieron siempre con una tribuna fija que no altera nada. Los servicios normales de noticias sí, y el comunicador social que explota el sentimiento de la población emocionalmente sí, son técnicas norteamericanas que se extienden por todo el mundo. Y hay otra que pasa desapercibida pero también contribuye a hacernos parte del delito psicológico de pensar que la solución a todo conflicto tiene que ser violenta y punitiva: es la comunicación de entretenimientos. Si uno hace zapping, va a observar en una hora más homicidios que los que se cometen en todo el año en la Ciudad y, además, de una crueldad que no responde casi nunca a la realidad. Hay una banalización del espectáculo y una estructura de la comunicación de entretenimientos que se reitera siempre: hay una serie donde el protagonista rompe la norma que le dicta algún funcionario -el Juez, el Fiscal, el Jefe policial- y gracias a que incumple la norma procesal de prudencia salva a la muchachita. Esto parece inocente pero desde etapas prematuras de la vida se va a ir proyectando como modelo único de solución del conflicto. La misma serie se dobla y se pasa en todo el mundo, es decir, las mismas técnicas se van reproduciendo. El riesgo que tiene esto, por un lado, es la destrucción de los límites del Estado de Derecho pero, además, la pérdida de vidas humanas, no sólo por la violencia que alcanza un Sistema Penal con estas características –hay muertes anunciadas- sino porque si el discurso académico no refleja la realidad porque el poder lo manipula y el discurso mediático también es manipulado por el poder, entonces la realidad no existe. Yo no sé lo que es la realidad pero sí sé que uno puede aproximarse un poco a la realidad de la violencia haciendo algo que hasta me lo aconsejaría mi abuelita, me diría “contá los muertos.” Cuando me pongo a contar cadáveres me encuentro con que hay una punta de muertos que no hablan, que no dicen nada y ni siquiera dicen que están muertos. Efectivamente, cuando me pongo a contar cadáveres me pregunto, ¿quién cometió el mayor número de homicidios en el siglo XX? Los Estados. Superan de lejos a la totalidad de los homicidios de iniciativa privada. No me refiero a los homicidios de los Estados en la guerra, dejemos de lado ese problema. Me refiero a los homicidios de personas indefensas, es decir, masacres o genocidios. Si sumamos Armenia, el Congo, las hambrunas de Rusia, Camboya, Sudán, el Holocausto, de cada 50 humanos que caminaron sobre la superficie del Planeta en el siglo pasado, uno se lo cargó el Estado. Y particularmente, Agencias del poder delictivo: la KGB era una Policía, la Gestapo era una Policía, los turcos soltaron a los presos que tenían en las cárceles para que mataran armenios. En África, la Policía incentivando. En Camboya, la Policía se cargó una cuarta parte de la población, 2 millones y medio. Sociológicamente hablando, criminológicamente hablando, este poder punitivo tiene un potencial genocida, tiene un potencial masacrador. Por eso, cuando digo que se pone en peligro el Estado de Derecho no me estoy refiriendo al principio jurídico, sino a la contención del poder punitivo del Estado que tiene que haber para que no acabemos en un genocidio que no siempre se produce de golpe sino también por goteo.
Este poder punitivo que corre el riego de convertirse en masacrador no está interesado por prevenir muertes. Esta construcción de realidad mediática tampoco, construye una realidad y no le importa cuál sea la realidad. El discurso mediático es exactamente el mismo desde México hasta Tierra del Fuego. En México tienen en tres años 60.000 muertos, castrados, decapitados, etc. En Centro América tenemos las maras, en Venezuela parece que se le escapó el índice de homicidios, Colombia va bajando, Brasil anda alto, en un veintipico. Nosotros tenemos el índice más bajo, cercano a los índices canadienses que son los más bajos del mundo, pero el discurso es el mismo. Más aún, ¿le importa a alguien hacer Criminología de campo enserio con un objetivo preventivo? ¿Le importa estudiar la realidad de lo que pasa con la violencia? Hay muy poca inversión en esto es nuestra Región. Si no se invierte en averiguar lo que sucede con nuestra violencia, ¿la podemos prevenir? ¿Alguien acaso puede prevenir lo que no conoce? La lógica me indicaría que no, con lo cual, llego a la terrible conclusión de que todo esto es un manejo de poder que invoca determinados bienes jurídicos y. fundamentalmente, la vida humana pero detrás de este manejo de poder se desentiende de la vida humana. Cada uno sabe en su actividad lo que hace, decide, elije. Pero, creo que en la actividad comunicacional lo importante es saber lo que se hace, después la elección corre por la conciencia de cada uno.

 

Nota publicada en la ediciòn impresa de Aluviòn Popular y en http://aluvionpopular.com.ar/?p=17987